17centímetros

El blog de José Manuel Cortés


Buenos y malos momentos

La verdad es que hace una buena temporada que no escribo ningún mensaje, lo primero porque la verdad es que no he tenido muchas ganas, lo segundo porque aunque pensaba que las vacaciones veraniegas me brindarían la oportunidad de hacer muchas cosas (entre otras poner en marcha por fin las galerías) lo cierto es que apenas he tenido un respiro.

El jueves 2 de julio, a las horas en las que la ciudad despierta, mi padre se fue sin maletas, como nos vamos todos a nuestro último viaje. Se fue sin avisar, de repente, como hacía muchas veces, y sin embargo, con todo listo, con todo dispuesto, con todo ordenado, como hacía siempre.

Pero se ha ido demasiado pronto, demasiado pronto para poder contarle tantas cosas…
Para decirle que era mi referente, que era la persona a la que más admiraba en este mundo, y que le quería más de lo que él pudiera imaginar.

Y es que era el perfecto caballero, elegante, cabal, honesto y además inteligente y culto. Lo llenaba todo, porque daba gusto escucharle y porque deja tras de sí un inmenso mundo de cacharritos y juguetes.

Deja un gran vacío para mucha gente, porque además era protector, amigo fiel de sus amigos y el eterno enamorado de mi madre.

La verdad es que no quería caer en tópicos, en eso de que todos cuando se van son personas estupendas y maravillosas, pero qué puedo decir de alguien que fue campeón de España de los 400 metros, uno de los 20 primeros programadores de este país, cuando todavía se usaban las tarjetas perforadas. Que se puede decir que de alguien que se acababa de apuntar a la UNED para estudiar otra carrera, que estaba haciendo un curso de antropología, que se iba a conferencias de teología y filosofía y estaba aprendiendo a tocar el piano.

Cuando pasé por su casa, la que fue de todos, parecía que dormía. En su despacho, una partida de ajedrez inacabada, el sintetizador destapado, su ordenador, sus gafas sobre la mesa y sus juguetitos teledirigidos por las esquinas, me decían que no podía haberse marchado, que todavía no había estrenado el helicóptero de radiocontrol que le regalaron en su cumpleaños.

Me ha dejado, con los recuerdos de todos sus viajes, con su vitalidad, con sus barcos, coches y aviones de juguete, con la maqueta de tren que apenas pudo poner en marcha y con sus juguetes de LEGO.

Me ha dejado un montón de hojas de esquemas eléctricos, del riego, de la piscina, de las farolas, cuidadosamente pormenorizados, incluso con fotos llenas de anotaciones, de su pequeño Escorial en Guadalajara, de todo aquello que se empeñó en hacer él, porque quería saber de todo.

Se ha marchado el niño grande que nunca quiso crecer, que no quería colonias ni corbatas en su cumpleaños, que no se cansaba de aprender, el eterno viajero que quería conocer el mundo entero. Se ha marchado el ingeniero audaz que trasteaba con cualquier cable, tubo piedra o circuito, que era feliz reuniendo a todos sus hijos y sus nietos bajos su alas, que soñaba con descubrir la verdad sobre el sentido de la vida y nuestro destino.

Sobre su tumba dejé un montón de monedas de los países que visitó, un trocito de mi corazón y un montón de lágrimas de esas que queman por dentro, pensando en tener, al menos, la mitad de su energía, de su fuerza y de sus ganas de vivir, pensando en hacer ese viaje a Croacia, que ya no ha podido hacer y volar ese helicóptero que no pudo estrenar.

Los antiguos romanos dejaban sobre los ojos de los difuntos un par de monedas para pagar a Caronte, el barquero que los haría cruzar la laguna Estigia camino del inframundo, espero que éste esté lleno de sorpresas y cosas por descubrir, que las monedas el abran  mil caminos nuevos y que allí lo esperen todos aquellos a los que tanto ambos hemos echado de menos y aquellos a los que nos habría gustado conocer.

Dice Steve Jobs, el fundador de Apple “vive cada día como si fuera el último”. Podrían haber sido buenos amigos, y es que como dice mi hermana “mi padre era todo un personaje”.

Siguiendo esa máxima, retomo de nuevo mi vida, llena de proyectos en marcha. He comprado un nuevo servidor y he pasado esto días configurándolo, y me estoy haciendo una lista de cosas que no debo olvidar hacer, algunas de ellas cotidianas y otras… otras objetivos a cumplir y experiencias que no debo perderme. Ya me he arrepentido de demasiadas cosas…

La semana pasada me hice un cursillo intensivo de salsa y merengue (para no perder el hábito), el servidor ya furula (más o menos) y ya me he quitado unos cuantos trabajitos de maquetación y de diseño, así que quiero convertir este blog, no sólo en un lugar de consulta sino  también un lugar en el que expresarme cada vez que tenga algo que contar.

Aunque estoy contento con mi regreso a la rutina familiar os echo de menos gente de Ciudad Real, (Por cierto Antonia, que no me olvidé de tu cumple, simplemente, en ese momento no estaba para hablar con nadie)

 

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4 comentarios - Deja un comentario
  • PatriDubre -

    Creo que eres el José Manuel que creo…
    dando saltos de blog en blog he llegado hasta aquí y he sentido un pellizco enorme al leer esta entrada.
    No sé por qué Escuela de Arte andarás, a ver si nos volvemos a ver.
    Saludos!

  • Pedro Muñoz -

    Lo siento mucho Jose Manuel por lo que escribes tenía que ser un hombre interesante para conocerlo.

    espero que el verano valla bien despues de todo

    nos vemos en septiembre un abrazo

  • bernardo ballesteros -

    Te doy mi mas sentido pésame, y mis mejores deseos para este verano, seguro que con esas monedas podrá viajar a los sitios que nunca pudo visitar. Hemos hablado poco pero se te hecha de menos por ciudad real, espero que nos veamos pronto, mientras tanto te animo para que continues escribiendo en el blog sea a modo informativo o no. Un abrazo fuerte.

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