Prusa I3
Hace ya algún tiempo que la impresión digital no tiene nada que envidiar al offset tradicional permitiendo el nacimiento del diseño personalizado y la pequeña tirada. Las impresoras domésticas reducen su coste y aumentan exponencialmente en calidad y velocidad, relegando cada vez más al diseñador al entorno de las empresas más conservadoras y pudientes. El anti diseño puebla las calles en un carnaval de horrores que lejos de alarmar hace proliferar frases como “mira que logo más chulo me ha hecho mi sobrino que tiene maña con el ordenador” y La cartelería de impresión digital puebla los escaparates y rótulos haciendo alarde del pixel y del ruido jpg. En medio de todo esta locura del hágaselo usted mismo, han irrumpido cada vez con más fuerza las impresoras 3D, que lejos de quedarse en el ámbito profesional alardean de los precios más competitivos, y además es cierto.
La Prusa i3 de código abierto puede encontrarse por 445 euros (impresoras3d.com)
En el breve espacio de tiempo que llevo investigando este nuevo campo de impresión, he visto como poco a poco éstas máquinas han evolucionado de la simple pieza monocroma a la “full color” con impresión inkjet directa, de los materiales plásticos como el PVC a los aislantes eléctricos de alta resistencia térmica, irrumpiendo incluso en el mundo de la alimentación e incluso de la construcción de viviendas.
Hoy en día una impresora 3d puede modelar la pieza que se nos ha roto de la nevera, hacer una hamburguesa o una pizza, construir una vivienda de bajo coste en menos de 24 horas (la empresa china Winsun las fabrica por tan solo 4.000 euros) e incluso replicarse a sí misma.
Es muy probable que en un futuro no muy lejano las casas de repuestos desaparezcan y que las grandes compañías adjunten con las instrucciones de uso los ficheros de CAD necesarios para reponer las piezas rotas en nuestro propio hogar.
Ante este probable futuro, ¿hay alguna oportunidad para el diseñador gráfico?, ¿Cuáles sería las nuevas líneas de negocio a plantearse? De momento empiezo a pensar en todas las posibilidades que tenemos de “tunear” los objetos cotidianos pero seguro que se os ocurren muchas más…